Cuando tenía 15 años intentaron matarme. Tuve que salir corriendo de mi ciudad, dejé atrás la poca familia que me quedaba, a las amigas con las que había crecido y al chico que me gustaba. Dejé mi vida porque me obligaron a huir de allí.
Al poco tiempo descubrí un mundo que no me podía imaginar, y me convertí en algo que tampoco había soñado. Aprendí a superarme a mí misma cada día, a no desfallecer ante el dolor, a luchar en todos los sentidos. Me enseñaron a manejar la espada y el arco. Me enseñaron a pensar en grupo, la lealtad el sacrificio y todas esas cosas que antes no comprendía. Y me enseñaron a exigir mis derechos y a no tolerar que nadie volviera a humillarme nunca por ser mujer. Ahora tengo otras amigas, mis hermanas...
Al poco tiempo descubrí un mundo que no me podía imaginar, y me convertí en algo que tampoco había soñado. Aprendí a superarme a mí misma cada día, a no desfallecer ante el dolor, a luchar en todos los sentidos. Me enseñaron a manejar la espada y el arco. Me enseñaron a pensar en grupo, la lealtad el sacrificio y todas esas cosas que antes no comprendía. Y me enseñaron a exigir mis derechos y a no tolerar que nadie volviera a humillarme nunca por ser mujer. Ahora tengo otras amigas, mis hermanas...
Esto sucedió realmente hace 3.000 años en Grecia, aunque la historia que escriben los hombres ha intentado mantenerlo en silencio. Mi nombre es Mayte. ¿Y el tuyo?.
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