sábado, 12 de diciembre de 2009

Felicidad.

-Salud, dinero y amor, ¿son la clave de la felicidad?
-¡No! No son factores decisivos.
-A ver... Usted, ¿es feliz?
-¡Yo veo difícil ser más feliz!
-¡Hombre, pues explíqueme la clave...!
-Hay dos claves básicas: luego se las doy.
-Pistas, pistas: ¿es una cuestión genética?
-Puedes portar el gen de la depresión, ¡pero no se expresará si tu entorno es amable!
-¿Le leo lo que varios entrevistados me han dicho sobre la felicidad, a ver si voy bien...?
-Y yo le diré lo que dice hoy la ciencia.
-Nosotros, que tenemos la certeza de ser, ¡alegrémonos!
-¡Sí! Es lo que la ciencia dice hoy, contra descartes. Es decir: porque hay cerebro, podemos ser felices.
-La felicidad es una decisión.
-Pero una decisión emocional: ¡sin emoción, no hay proyecto, no hay decisión!
-Pero.. somos títeres del inconsciente.
-En un 90%, ¡aunque cueste admitirlo!
-Si todos fuésemos felices, se detendría la historia.
-Sí. La diversidad es la música de la vida. Cada cerebro es distinto, y eso favorece la supervivencia como especie. Todos iguales sería igual a ¡todos muertos!
-La felicidad pasa por no esperarla.
-La espera como ansiedad... te paraliza. Ante un peligro inminente, el miedo detiene todas tus funciones vitales para concentrarlas en una sola: salvarte.
-El miedo nos salva la vida, vaya.
-Sí, pero el problema es que nuestro cerebro es capaz de imaginar peligros..., ¡y que sólo con imaginarlos desencadena unos efectos idénticos a los peligros reales!
-¡Qué arma de doble filo, este cerebro...!
-Sí... Esa capacidad de imaginar, de anticipar los pensamientos del prójimo, nos apartó de las bestias.
-Vence tus miedos... y vivirás.
-¡Aprende a gestionarlos, mejor! Si yo mandase, dedicaría los tres primeros años de la educación primaria a enseñar a los niños cómo gestionar sus emociones. ¡Es algo primordial! Sólo así podrás ser dueño de ti.
-¿Y cómo enseñaría esto?
-Les ayudaría a identificar sus miedos, repugnancias, ira, felicidad... Les enseñaría que esas emociones nos hacen humanos, y les enseñaría el placer de la búsqueda, y les enseñaría empatía: ponerse en la piel del otro...
-¿Qué más?
-La importancia del detalle. ¡Que el bosque no os tape el árbol! Y que los rituales son útiles, nos ayudan a vivir.
-¡Que los políticos le oigan!
-La política y la empresa deberían mirar ya a los hallazgos de la ciencia.
-¿Qué ha descubierto la ciencia?
-Que la felicidad es un gradiente social; cuanto más sometido estás a decisiones ajenas en una escala jerárquica laboral o social, mayor estrés, mayor infelicidad padeces.
-Entre dos altos ejecutivos riquísimos, ¿será más feliz el que mande sobre el otro?
-¡Exacto! Y cuantas más personas decidan por encima de ti...más estrés, peor salud y menos años vivirás tú. Y esto nos afecta a todos, seamos pobres, de clase media o ricos.
-Pues aquí sí tenemos un problema...
-Sí; a más jefes, subjefes, supervisores, instancias y ventanillas..., ¡menos felicidad!
-Por eso muchos taxistas me dicen: ¡Yo soy mi propio jefe!, ufanos de su estatus...
-¡Con razón! Un taxista lo constató con el experimento de las cinco ratitas: sometidas a aleatorias descargas eléctricas, sólo una disponía de una palanquita para desactivar las descargas de las cinco, ¡y fue esa ratita la que más tiempo vivió de las cinco!
-O sea: para ser feliz..., ¡la palanquita!
-En suma: ser el dueño de tus decisiones y verificar sus consecuencias es una clave básica de la felicidad. ¡Y por eso yo soy feliz!
-Pero me hablaba usted de que tenía dos claves de la felicidad: ¿cuál es la otra?
-Que lo que hagas absorba tus cinco sentidos, y que eso que haces desarrolle tus inclinaciones innatas. A mí me pasa eso: ¿entiende ahora por qué yo no puedo ser más feliz?
-¿Y si uno no sabe qué hacer consigo?
-Ah, por eso desde niños deberíamos disciplinar la concentración, el esfuerzo: la disciplina te ayuda a buscar lo que te gusta, a exigírtelo..., a buscarte tu propia felicidad.
-Si te comparas, ¡has perdido!
-Esto explica bien por qué las sociedades cuya curva de riqueza crece..., no ven crecer paralelamente su curva de felicidad: ¡nos comparamos cada uno con nuestro vecino, y por eso esta curva permanece estable!
-Siempre estamos pendientes del otro...
-Aquí hay un dato interesante: los cantones suizos que tienen políticas más transparentes, ¡son más felices que los otros! O sea, ¡confiar en el prójimo genera felicidad!
-Ahí queda mucho terreno por avanzar...
-Y es urgente, porque hoy se sabe que el estrés que provoca un poder injusto... ¡se transmite a la descendencia del oprimido!
-Es como una maldición. ¿Se atrevería a formular su propia definición de felicidad?
-Felicidad es la ausencia de miedo.
-¡Y quizá el mayor miedo sea a la felicidad!
-¡Seguro! La esquivamos, la posponemos para otro día... para el más allá...¡Qué locos!

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